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El palacio Barolo Arquitectura y misterio

Luis Barolo, progresista y poderoso productor agropecuario, llego a la Argentina en 1890. Fué el primero que trajo máquinas para hilar el algodón y se dedicó a la importación de tejidos. Instaló las primeras hilanderías de lana peinada del país e inició los primeros cultivos de algodón en el Chaco.

En el centenario de la revolución de Mayo, conoció al Arq. Mario Palanti (1885-1979), a quien contrató para realizar el proyecto de un edificio que tenía en mente. Este se convertiría en una propiedad exclusivamente para rentas. Luis Barolo pensaba, como todos los europeos instalados en Argentina, que Europa sufriría numerosas guerras que destruirían todo el continente.

Desesperado por conservar las cenizas del famoso Dante Alighieri, quiso construir un edificio inspirado en la obra del poeta, “la divina Comedia”.

El terreno elegido para levantar el palacio tenía una superficie de 1365 m2 y un frente de 30,88 metros.
Con un total de 24 plantas (22 pisos y 2 subsuelos), 100 metros de altura se hicieron posibles gracias a una concesión especial otorgada por el intendente Luis Cantilo en 1921, ya que superaba en casi cuatro veces la máxima permitida por la avenida.


Hasta el punto más alto de la cúpula mide 90 metros, llegando a los 100 con un gran faro giratorio de 300.000 bujías que lo hacia visible desde Uruguay. 

Una usina propia la autoabastecía en energía. En la década del ´20, esto lo convertiría en lo que hoy denominaríamos “edificio inteligente”.

Desde entonces existen 2 montacargas y 9 ascensores, dos de los cuales están ocultos.

Estos últimos respondían a las actividades comerciales de Barolo. Al llegar la mercadería ingresaba desde los montacargas ubicados en el acceso de lo que hoy es Hipólito Yrigoyen hacia los 2 subsuelos, de 1.500 m2 cada uno. Barolo utilizaba los ascensores ocultos para desplazarse de sus oficinas en planta baja, 1° y 2° piso, hasta los subsuelos evitando el contacto con sus inquilinos, que ocupaban las dependencias a partir del tercer piso.

Desde un inicio el Palacio provocó cierta perplejidad., se habló de estilo “remordimiento italiano”, gótico romántico, castillo de arena, o cuasi gótico veneciano.

La construcción finalizó en 1923 siendo bendecida el 7 de julio por el nuncio apostólico Monseñor Giovanni Beda Cardinali.
En planta baja funcionó hasta su desaparición, la agencia de noticias “Saporitti”. En la actualidad es un edificio exclusivamente de oficinas.


El Arq. Palanti también era un estudioso de la Divina Comedia, y llenó el Palacio con referencias a ella.

La planta del edificio está construida en base a la sección áurea y al número de oro.

La división general del Palacio y de la Divina Comedia es en tres partes: infierno, purgatorio y cielo. Las nueve bóvedas de acceso representan los nueve pasos de iniciación y las nueve jerarquías infernales; el faro representaba los nueve coros angelicales. Sobre el faro está la constelación de la Cruz del Sur que se ve alineada con el eje de Barolo en los primeros días de junio a las 19:45 horas. La altura del edificio es de 100 metros y 100 son los cantos de la obra de Dante; tiene 22 pisos tantos como estrofas los versos de la Divina Comedia.

Los detalles cuidados caracterizan este proyecto: desde las citas personales en latín sobre la obra del Dante en el edificio, hasta la apertura del mismo, llevada a cabo en la fecha del aniversario del poeta.

El arquitecto Carlos Hilger detalla las similitudes del edificio con al obra del Dante, “La divina Comedia”
“La distribución del edificio está basada en la métrica de la Divina Comedia del Dante. En arquitectura esto se conoce como un Danteun.

Edificio se divide en dos bloques, con 11 oficinas por bloque en cada uno de los niveles. El número restante, el 22, responde a la métrica utilizada por Dante en los 100 cantos
 

En el pasaje central, el palacio cuenta con 9 bóvedas de acceso que representan al infierno: para Dante, este no era un fin teológico, sino el punto de partida en las etapas de iniciación emprendidas para la llegada del paraíso.
Las 9 bóvedas se dividen, desde el centro, de la siguiente manera: tres hacia la Avda. de Mayo, tres hacia Hipólito Yrigoyen, la bóveda central se extiende hacia la cúpula, y las que contienen las escaleras hacia los laterales.

Cada una de las seis bóvedas transversales, así como las dos laterales, contienen inscripciones en latín, y se pueden distinguir catorce citas que pertenecen en total a nueve obras distintas, manteniendo así, el número que se repite a lo largo de la Divina Comedia. Algunas de ellas pertenecen a Virgilio, otras a escrituras bíblicas. “La letra mata, el espíritu vivifica”, y “está fundada sobre piedra firme”, dan testimonio del sentido espiritual con el que fuera construido el edificio, determinando su carácter y función: un templo laico que promueve las artes liberales.

Entre las bóvedas transversales sobre las columnas, se ubican cuatro lámparas sostenidas por cuatro cóndores y dos dragones, un macho y una hembra, que representan los principios alquímicos, el mercurio y el azufre, y sus atributos.

La bóveda central se encuentra sobre un punto de bronce en la que se ubicaba, originalmente, una estatua de un cóndor con el cuerpo del Dante elevándolo al paraíso. El actual propietario de la pieza es un coleccionista marplatense que se niega a venderla a los propietarios del edificio.

Los pisos superiores y la cúpula simbolizan los siete niveles del purgatorio.

La cúpula está inspirada en un templo Hindú dedicado al amor, y es el emblema de la realización de la unión del Dante con su amada Beatrice.


Fuente: http://palaciobarolo.com.ar/palacio-barolo/divina-comedia/


Cuenta la leyenda que Barolo y Palanti además de ser compatriotas, pertencían además a una logia masónica cuyo plan era construir un santuario en América del Sur para alojar las cenizas del Dante. 

Para el director Sebastián Schindel, quien investigó el tema mientras filmaba su documental El Rascacielos Latino, también es posible que hayan sido parte de la logia Fede Santa o de Los Templarios. 

Para los más osados, el plan de arquitecto y propietario había llegado a concretarse, y en esa escultura, que Palanti misteriosamente decidió hacer en Italia y no en la Argentina, habrían llegado hasta los restos del autor de la Divina Comedia hasta esta región del mundo.  

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