(*) Es el 19 de julio de 1808 y frente a los ejércitos de Fernando VII, está el imponente ejército napoleónico comandado por el general Dupont. Y también allí se encuentra José Francisco de San Martín, en calidad de ayudante de campo del marqués de Coupigny. Es el preciso lugar donde se toman las decisiones estratégicas, que decidirán la suerte de la batalla. Comienza la lucha, que durará nueve mortíferas horas bajo ese sol ardiente. Cinco veces cargan los aguerridos franceses, y son rechazados en otras tantas oportunidades. Los jefes españoles ordenan entonces, un hábil cambio de frente llevado adelante por algunos batallones. Esto produce una acción envolvente que amenaza con despedazar a los invasores. Al atardecer de ese funesto día, para las tropas de Napoleón, su jefe, el Mariscal Dupont pidió la rendición. Entre tantos miles de hombres, uno, nacido en la lejana América del Sur tomó debida nota de las maniobras tácticas utilizadas por los españoles, para triunfar en tan form...