"Los combates del hombre no solo son hacia el mundo exterior, cuando este parece resistirle, sino que apuntan más que nada a sí mismo. Las grandes batallas de la vida acontecen en la propia intimidad, en ese territorio en el que, a solas con su yo, cada uno es al mismo tiempo general y soldado de su pelea más fuerte y decisiva. Es esa conciencia ensimismada el recinto en el que cada individuo proyecta, en medio de sus decisiones más relevantes y de sus circunstancias más personales, un entramado vital sumamente genuino y auténtico. Ante sí mismo, por ejemplo, la autoimagen no suele distorsionarse en demasía. Hay un alegre darse cuenta de que prácticamente nadie se engaña tanto que no sea capaz de reconocer los estrechos alcances de sus fortalezas y los amplios límites de sus flaquezas.
En consecuencia, erradicar un vicio, anular un mal hábito, dominar una tendencia dañina, ganarle a una debilidad incesante, es un desafío incluso superior al de conquistar una montaña apenas accesible o al de competir con alguien que intenta un logro semejante al deseado por uno. El primer vencimiento, por tanto, es siempre el de los propios defectos. Más aún, es quizás el pugilato final consigo mismo, ya que las propias pequeñeces solo se retirarán de modo definitivo al clarín del último aliento.". (Rodericus).
http://www.elmercurio.com/blogs/2016/05/11/41666/Batallas-personales.aspx
En consecuencia, erradicar un vicio, anular un mal hábito, dominar una tendencia dañina, ganarle a una debilidad incesante, es un desafío incluso superior al de conquistar una montaña apenas accesible o al de competir con alguien que intenta un logro semejante al deseado por uno. El primer vencimiento, por tanto, es siempre el de los propios defectos. Más aún, es quizás el pugilato final consigo mismo, ya que las propias pequeñeces solo se retirarán de modo definitivo al clarín del último aliento.". (Rodericus).
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