De la mano de procesos de reforma bien diseñados y la apertura de sus mercados, Perú se ha transformado en el país de mayor crecimiento en América Latina y se ha tomado sin mayores problemas el liderazgo económico regional que antes tenía Chile. En perspectiva, las cifras del Fondo Monetario Internacional indican que mientras durante el período 2000 y 2015 la región creció un 3,2% en promedio, nuestro vecino lo hizo al 5,2%. De hecho, su crecimiento alcanzó el 5,9% si se considera el período 2005-2015 (FMI). El virtuoso proceso no solo ha significado que en los últimos 15 años el producto per cápita peruano escalara desde los US$ 2.000 hasta los US$ 6.000 (dólares corrientes), sino que, además, el país alcanzara importantes avances en materias sociales. Así, entre el 2009 y el 2014, Perú registra una de las alzas más importantes entre los 188 países considerados en el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas (escaló 15 posiciones en el ranking).
El sólido avance de su economía se refleja en las cifras de inversión, variable clave al evaluar la salud de una economía. Durante el 2015, la inversión privada y pública en Perú alcanzó el 25,5% del Producto Interno Bruto (PIB), un aumento significativo desde el 17,4% en 2005. En el contexto de América Latina, tales niveles de inversión son superiores a los observados en Colombia (24,4%), México (21,9%), Chile (21,5%) y Brasil (20%) (FMI). Y si bien el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) espera una caída de 1% de la inversión para el 2016, por los menores precios del sector minero, eso no debería comprometer el liderazgo regional en esta materia.
El pilar del crecimiento y prestigio del empresariado
Al analizar los factores tras el rápido crecimiento del Perú, es fácil identificar elementos que fueron también distintivos del histórico proceso que vivió Chile durante las últimas décadas. Así, la apuesta del Perú ha pasado por utilizar una fórmula probada: una economía de mercado integrada al mundo, en donde se promueva el aprovechamiento de las ventajas comparativas de los distintos sectores productivos.
Y mientras por mucho tiempo Chile fue el ejemplo a seguir, Perú hoy emerge como un país con una identidad económica propia, que incluye el deseo imperioso de mantener sus altas tasas de crecimiento y fortalecerse como polo atractivo para la inversión extranjera. Por eso, no sorprende que la inversión chilena en Perú supere los US$ 16.000 millones.
En este contexto, cabe destacar una de las características clave en el proceso de desarrollo peruano, cual es la positiva evaluación social del emprendimiento privado. De hecho, un reciente estudio de Ipsos realizado en 15 países de América Latina da cuenta de que el empresariado (o la empresa privada) es la segunda institución con más prestigio en el Perú, solo superado por la Iglesia. A modo de comparación, en Chile el empresariado ocupó la sexta posición, bajo los medios de comunicación, las Fuerzas Armadas, judicatura, Iglesia Católica y la tecnocracia.
El reconocimiento social de la actividad privada, sumado a las políticas económicas que apuntan a fortalecer la competencia, es un activo que contribuirá a que Perú extienda su virtuoso proceso de desarrollo.
Informalidad, pobreza e infraestructura
Pero a pesar de sus inmensos avances, no son pocos los desafíos económicos y sociales que enfrenta Perú. Uno de ellos pasa por los altos niveles de informalidad laboral. Cerca del 70% de los puestos de trabajo del país tiene esta condición, lo que se traduce en que 11 millones de personas trabajen sin contrato, sin beneficios y sin contribuir al sistema de seguridad social. Revertir la situación requerirá modernizar el mercado laboral, profundizando las reformas implementadas durante la década de los '90 y educando a la población respecto de los beneficios futuros de contar con empleos formales.
La reducción de la pobreza es un segundo desafío para el Perú. Según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas e Informática (INEI), aún el 21,8% de la población del país vive en situación de pobreza (2015). Por su parte, el 94,5% de la población ocupada en condición de pobreza trabaja en empleos informales. Así, y tal como lo demostró Chile, la combinación de políticas sociales focalizadas y políticas laborales bien pensadas debe ser el pilar para reducir esa vulnerabilidad social.
Y Perú no podrá perpetuar su crecimiento si no resuelve sus problemas de infraestructura. Según cifras oficiales, el déficit de infraestructura en "sectores estratégicos" asciende a unos US$ 69.000 millones. En este sentido, la intención del presidente Kuczynski en cuanto a disminuir las brechas a través del aumento de la inversión en infraestructura hasta un 6,2% del PIB apunta en la dirección correcta, y de lograr materializarse hará un aporte sustantivo al desarrollo del Perú.
http://www.elmercurio.com/blogs/2016/08/27/44558/Claves-del-liderazgo-regional-de-Peru.aspx
El sólido avance de su economía se refleja en las cifras de inversión, variable clave al evaluar la salud de una economía. Durante el 2015, la inversión privada y pública en Perú alcanzó el 25,5% del Producto Interno Bruto (PIB), un aumento significativo desde el 17,4% en 2005. En el contexto de América Latina, tales niveles de inversión son superiores a los observados en Colombia (24,4%), México (21,9%), Chile (21,5%) y Brasil (20%) (FMI). Y si bien el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) espera una caída de 1% de la inversión para el 2016, por los menores precios del sector minero, eso no debería comprometer el liderazgo regional en esta materia.
El pilar del crecimiento y prestigio del empresariado
Al analizar los factores tras el rápido crecimiento del Perú, es fácil identificar elementos que fueron también distintivos del histórico proceso que vivió Chile durante las últimas décadas. Así, la apuesta del Perú ha pasado por utilizar una fórmula probada: una economía de mercado integrada al mundo, en donde se promueva el aprovechamiento de las ventajas comparativas de los distintos sectores productivos.
Y mientras por mucho tiempo Chile fue el ejemplo a seguir, Perú hoy emerge como un país con una identidad económica propia, que incluye el deseo imperioso de mantener sus altas tasas de crecimiento y fortalecerse como polo atractivo para la inversión extranjera. Por eso, no sorprende que la inversión chilena en Perú supere los US$ 16.000 millones.
En este contexto, cabe destacar una de las características clave en el proceso de desarrollo peruano, cual es la positiva evaluación social del emprendimiento privado. De hecho, un reciente estudio de Ipsos realizado en 15 países de América Latina da cuenta de que el empresariado (o la empresa privada) es la segunda institución con más prestigio en el Perú, solo superado por la Iglesia. A modo de comparación, en Chile el empresariado ocupó la sexta posición, bajo los medios de comunicación, las Fuerzas Armadas, judicatura, Iglesia Católica y la tecnocracia.
El reconocimiento social de la actividad privada, sumado a las políticas económicas que apuntan a fortalecer la competencia, es un activo que contribuirá a que Perú extienda su virtuoso proceso de desarrollo.
Informalidad, pobreza e infraestructura
Pero a pesar de sus inmensos avances, no son pocos los desafíos económicos y sociales que enfrenta Perú. Uno de ellos pasa por los altos niveles de informalidad laboral. Cerca del 70% de los puestos de trabajo del país tiene esta condición, lo que se traduce en que 11 millones de personas trabajen sin contrato, sin beneficios y sin contribuir al sistema de seguridad social. Revertir la situación requerirá modernizar el mercado laboral, profundizando las reformas implementadas durante la década de los '90 y educando a la población respecto de los beneficios futuros de contar con empleos formales.
La reducción de la pobreza es un segundo desafío para el Perú. Según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas e Informática (INEI), aún el 21,8% de la población del país vive en situación de pobreza (2015). Por su parte, el 94,5% de la población ocupada en condición de pobreza trabaja en empleos informales. Así, y tal como lo demostró Chile, la combinación de políticas sociales focalizadas y políticas laborales bien pensadas debe ser el pilar para reducir esa vulnerabilidad social.
Y Perú no podrá perpetuar su crecimiento si no resuelve sus problemas de infraestructura. Según cifras oficiales, el déficit de infraestructura en "sectores estratégicos" asciende a unos US$ 69.000 millones. En este sentido, la intención del presidente Kuczynski en cuanto a disminuir las brechas a través del aumento de la inversión en infraestructura hasta un 6,2% del PIB apunta en la dirección correcta, y de lograr materializarse hará un aporte sustantivo al desarrollo del Perú.
http://www.elmercurio.com/blogs/2016/08/27/44558/Claves-del-liderazgo-regional-de-Peru.aspx
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