El justicialismo es el movimiento del poder y de la justicia social. Derrotado en las urnas, carente de conducción, sufre políticamente cada sacudón que la corrupción kirchnerista le ha dejado, como aquel que último en irse, tiene que pagar las cuentas de aquellos que se llenaron la panza y ya no están.
El poder desgasta y más a quien no lo tiene, Cristina más cerca de Isabel en el exilio que evita en la lucha, ve correr con suma premura, las innumerables causas judiciales que florecen en Comodoro Py, conocedora de cual será el fin judicial de tanto papeleo, se sentirá cada vez más sola porque cada nuevo hecho de corrupción es un daga filosa que corta el delgado hilo que aún la une al movimiento de Juan Perón.
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