El caso José López fue el golpe más fuerte que sufrió el peronismo desde el día del ballottage: el diagnóstico es unánime entre senadores, diputados, intendentes, conductores sindicales y dirigentes del PJ. La cinematrográfica detención del ex secretario de Obras Públicas con un arma de asalto y casi 9 millones de dólares en efectivo en la madrugada del martes dio un cimbronazo que cambió el panorama: no solamente dejó groggy a la oposición, devolviéndole al oficialismo una iniciativa política que se le escapaba a la espera del mitológico segundo semestre, sino que además caló como una cuña en la interna justicialista, amenazando con volar por los aires la trabajosa unidad que, por ahora, se mantiene atada con alambre.
El escenario donde se representa el culebrón es el Congreso. Allí, en las dos cámaras legislativas, es donde crujen las junturas del peronismo. En el Senado, Miguel Angel Pichetto mantiene el control del bloque aunque en las votaciones importantes de proyectos enviados por el Gobierno siempre ha votado dividido y la laxitud del rionegrino a la hora de aceptar esas disidencias mantiene a la bancada unida. En Diputados, el escenario es más complejo todavía: en enero un puñado de diputados abrieron el camino, fundando su propio bloque. En la última semana los siguieron cuatro más y hubo rumores de secesión que todavía no terminaron de extinguirse.
El juego se desarrolla a varias bandas: dentro del peronismo, algunos ven esta situación como la oportunidad para cobrarse viejas cuitas y “sacarse de encima” definitivamente a La Cámpora y los sectores más kirchneristas. Este sector comenzó a promover en los últimos días, al calor del Lópezgate, una nueva ruptura del bloque del Frente para la Victoria. El plan es juntar una masa crítica de diputados que responden directamente a gobernadores, separarse, fundar el bloque del PJ y desde allí pedirle al titular del partido, José Luis Gioja, que encabece la nueva fracción.
El rol del diputado sanjuanino en esta movida es incierto. Los separatistas dicen tener su visto bueno, él envía señales contradictorias, otros diputados, que hablan con él cotidianamente, aseguran que jamás podría avalar una movida así por su rol institucional como presidente del PJ. “Está obligado a velar por la unidad. Si no, se estaría pisando el poncho solo”, explica un legislador cercano al Flaco. El miércoles, los diputados sanjuaninos estuvieron a punto de votar a favor de la ley ómnibus del Gobierno, pero a último momento, cuando vio que la posición mayoritaria del bloque era rechazarla, Gioja cambió su decisión y con él sus compañeros.
Paradójicamente, la salida en enero del Bloque Justicialista, encabezada por Diego Bossio, Oscar Romero y los diputados que responden al gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, hoy debilita el intento separatista de este grupo de diputados con los que los une cierta sintonía política. “Si Diego no se hubiera apurado y nos esperaba, hoy la situación sería distinta”, se lamenta uno de los promotores de la ruptura. La movida, que había tomado temperatura en las primeras horas post-López, perdió envión llegando al fin de semana largo. “Lo que suceda, si sucede, no será esta semana ni la que viene”, anticipó el legislador.
El poroteo no ayuda por ahora a los conspiradores, tampoco. Con el Bloque Justicialista ya por afuera y la salida de los cuatro misioneros, los cálculos más optimistas les dan unos veinticinco diputados que se plegarían a la rebelión, un tercio de la bancada del Frente para la Victoria, que no sería suficiente para provocar una estampida en masa que deje al sector más kirchnerista aislado. Sin embargo, confían en que futuras novedades del caso López u otros casos de corrupción ablanden la voluntad de algunos legisladores que todavía son renuentes.
Hay otra hipótesis circulando en los pasillos del Congreso: la intentona en realidad no tendría como objetivo partir el bloque sino tensar la situación interna para obligar al kirchnerismo a ceder posiciones. Según esta teoría, durante el transcurso de este mes se plantearía la necesidad de rebautizar el bloque, desterrando al Frente para la Victoria en favor de una nomenclatura más ortodoxa. Por último, intentarían desplazar a Héctor Recalde de la conducción de la bancada para reemplazarlo por Gioja u otra figura cercana a la jerarquía partidaria.
El escenario, empero, cambia semana a semana. “Ahora, como está fresco lo de López, todo parece un desastre. Cuando volvió CFK, era como si estuviéramos de vuelta en 2012. Cuando se votó el tema buitres parecía que nos partíamos en cualquier momento. Hay que actuar con prudencia porque si nos comemos todas las curvas vamos a terminar en la banquina”, analiza un diputado cercano a Gioja. “Además, el Flaco es el primero que sabe que más divisiones en el peronismo significan más poder para el gobierno y menos chances de que ganemos las elecciones el año que viene y en 2019 –completa–. Ese es el objetivo primordial.”
El escenario donde se representa el culebrón es el Congreso. Allí, en las dos cámaras legislativas, es donde crujen las junturas del peronismo. En el Senado, Miguel Angel Pichetto mantiene el control del bloque aunque en las votaciones importantes de proyectos enviados por el Gobierno siempre ha votado dividido y la laxitud del rionegrino a la hora de aceptar esas disidencias mantiene a la bancada unida. En Diputados, el escenario es más complejo todavía: en enero un puñado de diputados abrieron el camino, fundando su propio bloque. En la última semana los siguieron cuatro más y hubo rumores de secesión que todavía no terminaron de extinguirse.
El juego se desarrolla a varias bandas: dentro del peronismo, algunos ven esta situación como la oportunidad para cobrarse viejas cuitas y “sacarse de encima” definitivamente a La Cámpora y los sectores más kirchneristas. Este sector comenzó a promover en los últimos días, al calor del Lópezgate, una nueva ruptura del bloque del Frente para la Victoria. El plan es juntar una masa crítica de diputados que responden directamente a gobernadores, separarse, fundar el bloque del PJ y desde allí pedirle al titular del partido, José Luis Gioja, que encabece la nueva fracción.
El rol del diputado sanjuanino en esta movida es incierto. Los separatistas dicen tener su visto bueno, él envía señales contradictorias, otros diputados, que hablan con él cotidianamente, aseguran que jamás podría avalar una movida así por su rol institucional como presidente del PJ. “Está obligado a velar por la unidad. Si no, se estaría pisando el poncho solo”, explica un legislador cercano al Flaco. El miércoles, los diputados sanjuaninos estuvieron a punto de votar a favor de la ley ómnibus del Gobierno, pero a último momento, cuando vio que la posición mayoritaria del bloque era rechazarla, Gioja cambió su decisión y con él sus compañeros.
Paradójicamente, la salida en enero del Bloque Justicialista, encabezada por Diego Bossio, Oscar Romero y los diputados que responden al gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, hoy debilita el intento separatista de este grupo de diputados con los que los une cierta sintonía política. “Si Diego no se hubiera apurado y nos esperaba, hoy la situación sería distinta”, se lamenta uno de los promotores de la ruptura. La movida, que había tomado temperatura en las primeras horas post-López, perdió envión llegando al fin de semana largo. “Lo que suceda, si sucede, no será esta semana ni la que viene”, anticipó el legislador.
El poroteo no ayuda por ahora a los conspiradores, tampoco. Con el Bloque Justicialista ya por afuera y la salida de los cuatro misioneros, los cálculos más optimistas les dan unos veinticinco diputados que se plegarían a la rebelión, un tercio de la bancada del Frente para la Victoria, que no sería suficiente para provocar una estampida en masa que deje al sector más kirchnerista aislado. Sin embargo, confían en que futuras novedades del caso López u otros casos de corrupción ablanden la voluntad de algunos legisladores que todavía son renuentes.
Hay otra hipótesis circulando en los pasillos del Congreso: la intentona en realidad no tendría como objetivo partir el bloque sino tensar la situación interna para obligar al kirchnerismo a ceder posiciones. Según esta teoría, durante el transcurso de este mes se plantearía la necesidad de rebautizar el bloque, desterrando al Frente para la Victoria en favor de una nomenclatura más ortodoxa. Por último, intentarían desplazar a Héctor Recalde de la conducción de la bancada para reemplazarlo por Gioja u otra figura cercana a la jerarquía partidaria.
El escenario, empero, cambia semana a semana. “Ahora, como está fresco lo de López, todo parece un desastre. Cuando volvió CFK, era como si estuviéramos de vuelta en 2012. Cuando se votó el tema buitres parecía que nos partíamos en cualquier momento. Hay que actuar con prudencia porque si nos comemos todas las curvas vamos a terminar en la banquina”, analiza un diputado cercano a Gioja. “Además, el Flaco es el primero que sabe que más divisiones en el peronismo significan más poder para el gobierno y menos chances de que ganemos las elecciones el año que viene y en 2019 –completa–. Ese es el objetivo primordial.”
http://m.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-302174-2016-06-20.html
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