La aparición del ex secretario de Obras Públicas José López revoleando bolsos por encima del paredón de un monasterio generó un efecto revulsivo dentro del peronismo y aceleró un proceso que estaba en incubación desde la derrota electoral del año pasado. Antes de que lo superen los hechos, el presidente del PJ, José Luis Gioja, convocó a una reunión del Consejo Nacional para el próximo jueves y adelantó que el temario incluirá un aval a la expulsión de López como afiliado –decidida por el peronismo de Tucumán– y la conformación de bloques legislativos peronistas al ciento por ciento, más con el escudo de Juan Domingo y Eva que con el de Néstor y Cristina. En Diputados las conversaciones para el nuevo bloque están avanzadas y podría anunciarse esta misma semana, con alrededor de la mitad de los 70 integrantes con los que hoy cuenta la bancada FpV. Desde La Cámpora dicen no entender esta nueva tendencia de “los que se separan en nombre de la unidad”. “En este momento lo que hay que hacer es fortalecer la unidad y ocuparnos de hacer política en beneficio de la gente, y hacen todo lo contrario”, aseguraba uno de los principales referentes de la agrupación que conduce Máximo Kirchner.
Hay una discusión de fondo que no tiene nada de nueva. Hay varios dentro del PJ-FpV que reclaman una autocrítica luego de la derrota electoral del año pasado. Puesto en claro, para algunos eso significaba colocar en discusión el liderazgo de Cristina Kirchner. Pero la ex presidenta reapareció en abril, covocada a Comodoro Py por el inefable juez Claudio Bonadio, y no sólo ratificó su ascendiente sobre buena parte de la sociedad, sino también en la dirigencia que acudió en fila a los encuentros realizados en el Instituto Patria. La demostración sirvió para acallar –aunque no enterrar– las disidencias que habían comenzado a verse con casos como la escisión de un bloque de 15 legisladores encabezado por el ex titular de la Anses Diego Bossio.
La insólita aparición en escena de López reavivó todo en cuestión de horas. Una fuerza aliada como la del ex gobernador de Misiones Maurice Closs anunció que resolvía recuperar su independencia política. Esta semana fue el Movimiento Evita –de relación zigzagueante con el kirchnerismo duro pero una de las columnas del FpV en el campo social– quien anunció la separación de sus seis diputados y la creación de un bloque propio de nombre ambiguo: Peronismo para la Victoria. En el Evita comentan que antes de tomar esta determinación se reunieron con Cristina y con Máximo Kirchner y que no encontraron las respuestas que esperaban. “Está la idea de que la gente por sí sola va a terminar reivindicando el liderazgo de Cristina en comparación de lo que está haciendo Macri. Entonces no haría falta hacer nada, sino sólo recordar lo que ya se hizo. No es nuestra idea”, comentaba uno de los jefes del Movimiento Evita que participó de esas conversaciones.
Desde las elecciones, el Evita es una de las fuerzas que reclama autocrítica y un estilo de conducción más abierto, donde haya lugar para el debate y las voces disidentes. Aseguran que no sólo no les hicieron caso, sino que desde el kirchnerismo insisten en considerar “traidor” a todo aquel que no acate las directivas que llegan desde Santa Cruz. El desencadenante de la salida fue la discusión por los fueros del ex ministro de Planificación Julio De Vido, más simbólica que otra cosa. En el Evita querían que De Vido renunciara al beneficio para mostrar su predisposición a que la Justicia actúe, en el kirchnerismo lo consideraron inaceptable porque sería ceder ante la ofensiva de Cambiemos y de los medios afines.
Hay una discusión de fondo que no tiene nada de nueva. Hay varios dentro del PJ-FpV que reclaman una autocrítica luego de la derrota electoral del año pasado. Puesto en claro, para algunos eso significaba colocar en discusión el liderazgo de Cristina Kirchner. Pero la ex presidenta reapareció en abril, covocada a Comodoro Py por el inefable juez Claudio Bonadio, y no sólo ratificó su ascendiente sobre buena parte de la sociedad, sino también en la dirigencia que acudió en fila a los encuentros realizados en el Instituto Patria. La demostración sirvió para acallar –aunque no enterrar– las disidencias que habían comenzado a verse con casos como la escisión de un bloque de 15 legisladores encabezado por el ex titular de la Anses Diego Bossio.
La insólita aparición en escena de López reavivó todo en cuestión de horas. Una fuerza aliada como la del ex gobernador de Misiones Maurice Closs anunció que resolvía recuperar su independencia política. Esta semana fue el Movimiento Evita –de relación zigzagueante con el kirchnerismo duro pero una de las columnas del FpV en el campo social– quien anunció la separación de sus seis diputados y la creación de un bloque propio de nombre ambiguo: Peronismo para la Victoria. En el Evita comentan que antes de tomar esta determinación se reunieron con Cristina y con Máximo Kirchner y que no encontraron las respuestas que esperaban. “Está la idea de que la gente por sí sola va a terminar reivindicando el liderazgo de Cristina en comparación de lo que está haciendo Macri. Entonces no haría falta hacer nada, sino sólo recordar lo que ya se hizo. No es nuestra idea”, comentaba uno de los jefes del Movimiento Evita que participó de esas conversaciones.
Desde las elecciones, el Evita es una de las fuerzas que reclama autocrítica y un estilo de conducción más abierto, donde haya lugar para el debate y las voces disidentes. Aseguran que no sólo no les hicieron caso, sino que desde el kirchnerismo insisten en considerar “traidor” a todo aquel que no acate las directivas que llegan desde Santa Cruz. El desencadenante de la salida fue la discusión por los fueros del ex ministro de Planificación Julio De Vido, más simbólica que otra cosa. En el Evita querían que De Vido renunciara al beneficio para mostrar su predisposición a que la Justicia actúe, en el kirchnerismo lo consideraron inaceptable porque sería ceder ante la ofensiva de Cambiemos y de los medios afines.
Ahora el PJ
Todos los estamentos del PJ-FpV condenaron a López de inmediato. José Luis Gioja prometió una reunión de la conducción partidaria que apuró luego de conocido lo del Evita, al ver que los acontecimientos se le podían ir de las manos. Además, dejó trascender un temario tentativo para el encuentro en la sede de la calle Matheu que incluye el lanzamiento de nuevos bloques legislativos. Cerca del ex gobernador de San Juan explicaban que de esa manera responden a los reclamos que le llegan desde el llamado “peronismo territorial”, el que representan gobernadores e intendentes. Estos dirigentes –”con responsabilidades de gestión”, como suelen remarcar– por un lado no aceptan una conducción manejada por La Cámpora. Por el otro, quieren una mayor capacidad de negociación con el oficialismo en el Congreso. Mencionan el caso de la reciente discusión del proyecto ómnibus por el pago de las sentencias a los jubilados. El proyecto incluyó la devolución del porcentaje de coparticipación que se retenía a las provincias para financiar la Anses. Los diputados que responden a los gobernadores querían discutir mejoras, pero comentaron que “Cristina bajó la orden de votar en contra y no negociar nada. Siempre es así, lo que se negocia a la mañana, ella lo desbarata a la tarde”. El bloque de senadores, bajo la batuta de Miguel Angel Pichetto, tiene un estilo mucho más acorde a lo que pretenden los mandatarios provinciales.
Estas diferencias se dan en todos los cuerpos legislativos –municipales, provinciales y hasta en el Parlasur–, y podría derivar en una serie de fracturas a partir de la reunión del jueves. Sin embargo, muchos dirigentes lo entienden como una consecuencia lógica del momento que atraviesa el principal partido opositor, que incluso podría resolverse civilizadamente si se arman “interbloques amigables”, donde pejotistas y kirchneristas dialoguen y voten juntos o separados según el proyecto que se trate, pero sin cortar los lazos.
Todos los estamentos del PJ-FpV condenaron a López de inmediato. José Luis Gioja prometió una reunión de la conducción partidaria que apuró luego de conocido lo del Evita, al ver que los acontecimientos se le podían ir de las manos. Además, dejó trascender un temario tentativo para el encuentro en la sede de la calle Matheu que incluye el lanzamiento de nuevos bloques legislativos. Cerca del ex gobernador de San Juan explicaban que de esa manera responden a los reclamos que le llegan desde el llamado “peronismo territorial”, el que representan gobernadores e intendentes. Estos dirigentes –”con responsabilidades de gestión”, como suelen remarcar– por un lado no aceptan una conducción manejada por La Cámpora. Por el otro, quieren una mayor capacidad de negociación con el oficialismo en el Congreso. Mencionan el caso de la reciente discusión del proyecto ómnibus por el pago de las sentencias a los jubilados. El proyecto incluyó la devolución del porcentaje de coparticipación que se retenía a las provincias para financiar la Anses. Los diputados que responden a los gobernadores querían discutir mejoras, pero comentaron que “Cristina bajó la orden de votar en contra y no negociar nada. Siempre es así, lo que se negocia a la mañana, ella lo desbarata a la tarde”. El bloque de senadores, bajo la batuta de Miguel Angel Pichetto, tiene un estilo mucho más acorde a lo que pretenden los mandatarios provinciales.
Estas diferencias se dan en todos los cuerpos legislativos –municipales, provinciales y hasta en el Parlasur–, y podría derivar en una serie de fracturas a partir de la reunión del jueves. Sin embargo, muchos dirigentes lo entienden como una consecuencia lógica del momento que atraviesa el principal partido opositor, que incluso podría resolverse civilizadamente si se arman “interbloques amigables”, donde pejotistas y kirchneristas dialoguen y voten juntos o separados según el proyecto que se trate, pero sin cortar los lazos.
El FpV sigue
En La Cámpora hay quienes ven esta situación como un intento de decretar el fin del kirchnerismo y la vuelta del manejo de las riendas del peronismo para la ortodoxia. Que la estrategia de los sectores de derecha es la de asociar al kirchnerismo con la corrupción mediante un entramado del poder que une al Parlamento, la Justicia y los medios, que no perdonan la década de transformaciones llevada adelante por Néstor y Cristina Kirchner. Lo de López fue dramáticamente funcional a esos intereses. “Las causas judiciales existen y lastiman, claro. Pero la defensa del espacio y del liderazgo de Cristina no es un capricho, lo que se debate es la continuidad de las ideas”, sostiene un dirigente de este sector.
Otro referente, de diálogo cotidiano con Máximo Kirchner, agrega: “Si hubo alguien que cometió hechos de corrupción que vaya preso, eso es una tarea de los jueces y fiscales, no nuestra. Nosotros tenemos que seguir representando a la gente y dedicarnos a hacer política para ellos. Por ejemplo, enfrentando las leyes que quieren destruir todo lo que se avanzó”. Según su visión, a la larga será eso lo que decidirá las simpatías de la gente. “Si la gente piensa que ahora vive mejor porque no está López, bueno, será así. Pero si cree que ahora su salario no le alcanza como le alcanzaba antes, entonces van a volver a valorar lo que hizo el kirchnerismo”, analiza.
En La Cámpora hay quienes ven esta situación como un intento de decretar el fin del kirchnerismo y la vuelta del manejo de las riendas del peronismo para la ortodoxia. Que la estrategia de los sectores de derecha es la de asociar al kirchnerismo con la corrupción mediante un entramado del poder que une al Parlamento, la Justicia y los medios, que no perdonan la década de transformaciones llevada adelante por Néstor y Cristina Kirchner. Lo de López fue dramáticamente funcional a esos intereses. “Las causas judiciales existen y lastiman, claro. Pero la defensa del espacio y del liderazgo de Cristina no es un capricho, lo que se debate es la continuidad de las ideas”, sostiene un dirigente de este sector.
Otro referente, de diálogo cotidiano con Máximo Kirchner, agrega: “Si hubo alguien que cometió hechos de corrupción que vaya preso, eso es una tarea de los jueces y fiscales, no nuestra. Nosotros tenemos que seguir representando a la gente y dedicarnos a hacer política para ellos. Por ejemplo, enfrentando las leyes que quieren destruir todo lo que se avanzó”. Según su visión, a la larga será eso lo que decidirá las simpatías de la gente. “Si la gente piensa que ahora vive mejor porque no está López, bueno, será así. Pero si cree que ahora su salario no le alcanza como le alcanzaba antes, entonces van a volver a valorar lo que hizo el kirchnerismo”, analiza.
Lo que viene
En lo que coinciden unos y otros es que este no es momento para barajar nombres. El debate sobre si Florencio Randazzo, si Daniel Scioli, si Sergio Massa, todo eso debe quedar para más adelante. La discusión no es sobre liderazgos ni candidaturas, sino sobre estrategias y políticas. Con todo, en ambos sectores tienen en cuenta que 2017 está cerca y que las posibilidades del peronismo crecen en cuanto más amplia –y no más pequeña– sea su capacidad de representación. Cerca de Gioja plantean, por ejemplo, que eso se consigue fortaleciendo las gestiones y sumando gente que hoy está fuera, como Randazzo, Julián Domínguez o los Rodríguez Saá. Para el kirchnerismo, en cambio, a esa mayoría se llega representando de la manera más fiel las mejores políticas de los últimos doce años.
Estas diferencias se notan en la evaluación que cada uno hace de las llamadas “plazas del pueblo”, que referentes como Axel Kicillof, Mariano Recalde o Martín Sabbatella vienen haciendo periódicamente en distintas partes del país. Para los peronistas, son una prueba del “ensimismamiento” que atraviesa el kirchnerismo, impedido de escuchar otra voz que no sea la propia. Para los kirchneristas, en cambio, son una demostración de que el kirchnerismo es hoy más importante en la sociedad que en la dirigencia.
En lo que coinciden unos y otros es que este no es momento para barajar nombres. El debate sobre si Florencio Randazzo, si Daniel Scioli, si Sergio Massa, todo eso debe quedar para más adelante. La discusión no es sobre liderazgos ni candidaturas, sino sobre estrategias y políticas. Con todo, en ambos sectores tienen en cuenta que 2017 está cerca y que las posibilidades del peronismo crecen en cuanto más amplia –y no más pequeña– sea su capacidad de representación. Cerca de Gioja plantean, por ejemplo, que eso se consigue fortaleciendo las gestiones y sumando gente que hoy está fuera, como Randazzo, Julián Domínguez o los Rodríguez Saá. Para el kirchnerismo, en cambio, a esa mayoría se llega representando de la manera más fiel las mejores políticas de los últimos doce años.
Estas diferencias se notan en la evaluación que cada uno hace de las llamadas “plazas del pueblo”, que referentes como Axel Kicillof, Mariano Recalde o Martín Sabbatella vienen haciendo periódicamente en distintas partes del país. Para los peronistas, son una prueba del “ensimismamiento” que atraviesa el kirchnerismo, impedido de escuchar otra voz que no sea la propia. Para los kirchneristas, en cambio, son una demostración de que el kirchnerismo es hoy más importante en la sociedad que en la dirigencia.
http://m.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-302666-2016-06-26.html
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