Cuando Jorge Lanata denunció la "ruta del dinero K" hubo por parte del kirchnerismo respuestas rápidas, ataques a todos, pero nada pasó a mayores. Lógico, eran poder y se habían apropiado de la Justicia. Perder las elecciones no estaba en su horizonte; la impunidad abarcaba desde los medios de comunicación hasta el exceso de "Justicia Legítima". Pero perdieron, nos salvamos por poco de ser Venezuela, porque ese y no otro era el destino que nos deparaba el triunfo de Daniel Scioli, y no por él sino por el entramado que lo rodeaba y condicionaba.
Los bolsos de López son el final de la crónica de una muerte anunciada de esa ambición fuera de quicio que vino "por todo" y no estuvo tan lejos de lograrlo. El kirchnerismo fue tan solo como el menemismo, una enfermedad del poder, que en su camino pudo arrastrar lealtades inocentes pero, en su esencia, esa inocencia era asumida como simple error de principiantes.
Este pragmatismo, que termina en los bolsos y cierra un ciclo histórico, no tiene su origen en los Kirchner, viene de antes, con ellos sólo llega a su punto de saturación, deja de ocupar el lugar marginal del delito y pasa a instalarse en el modo de gobernar la sociedad.
Mauricio Macri es sin duda de centro derecha, pero el kirchnerismo poco y nada tenía que ver con pretendidas izquierdas y progresismos. El PRO nos devuelve a una democracia quizá un poco conservadora, pero democracia al fin, con diálogo e instituciones respetables. Scioli no es autoritario, pero lo era el conjunto obediente a Cristina que lo rodeaba. Y entonces no hubiera existido una justicia libre de actuar, nada de lo que hoy aparece al desnudo se hubiera condenado.
Los Kirchner nunca fueron progresistas cuando esto implicaba un compromiso; sólo se rodearon de los derechos humanos y de Carta Abierta cuando ese pensamiento era una justificación para el verdadero poder. La obra pública y el juego fueron los pilares de esa construcción; en Santa Cruz lograron expulsar al Procurador y nunca les importó que la Suprema Corte de Justicia les ordenara reponerlo. Y aquellos quinientos millones cuyo destino nunca quedó claro, y la venta de YPF con Parrilli como miembro informante, y la compra de YPF como salvación nacional. Un relato que no tenía coherencia, salvo el hecho de la concentración del poder en pocas manos. No venían a enfrentar a los ricos para forjar el socialismo, sólo a sustituirlos como clase y como poder.
Los bolsos de López no son la novedad, ocupan el lugar que la televisión le asignó a los que contaban los dólares. Aquello parecía ficción, esto en su demencia es una instantánea de una realidad. Que esperemos nos sirva para consolidarse como final definitivo. La demenciax de López es una de las formas más duras del castigo.
Los bolsos de López son el final de la crónica de una muerte anunciada de esa ambición fuera de quicio que vino "por todo" y no estuvo tan lejos de lograrlo. El kirchnerismo fue tan solo como el menemismo, una enfermedad del poder, que en su camino pudo arrastrar lealtades inocentes pero, en su esencia, esa inocencia era asumida como simple error de principiantes.
Este pragmatismo, que termina en los bolsos y cierra un ciclo histórico, no tiene su origen en los Kirchner, viene de antes, con ellos sólo llega a su punto de saturación, deja de ocupar el lugar marginal del delito y pasa a instalarse en el modo de gobernar la sociedad.
Mauricio Macri es sin duda de centro derecha, pero el kirchnerismo poco y nada tenía que ver con pretendidas izquierdas y progresismos. El PRO nos devuelve a una democracia quizá un poco conservadora, pero democracia al fin, con diálogo e instituciones respetables. Scioli no es autoritario, pero lo era el conjunto obediente a Cristina que lo rodeaba. Y entonces no hubiera existido una justicia libre de actuar, nada de lo que hoy aparece al desnudo se hubiera condenado.
Los Kirchner nunca fueron progresistas cuando esto implicaba un compromiso; sólo se rodearon de los derechos humanos y de Carta Abierta cuando ese pensamiento era una justificación para el verdadero poder. La obra pública y el juego fueron los pilares de esa construcción; en Santa Cruz lograron expulsar al Procurador y nunca les importó que la Suprema Corte de Justicia les ordenara reponerlo. Y aquellos quinientos millones cuyo destino nunca quedó claro, y la venta de YPF con Parrilli como miembro informante, y la compra de YPF como salvación nacional. Un relato que no tenía coherencia, salvo el hecho de la concentración del poder en pocas manos. No venían a enfrentar a los ricos para forjar el socialismo, sólo a sustituirlos como clase y como poder.
Los bolsos de López no son la novedad, ocupan el lugar que la televisión le asignó a los que contaban los dólares. Aquello parecía ficción, esto en su demencia es una instantánea de una realidad. Que esperemos nos sirva para consolidarse como final definitivo. La demenciax de López es una de las formas más duras del castigo.
http://www.infobae.com/opinion/2016/06/17/los-bolsos-de-lopez-el-epilogo-logico-del-kirchnerismo/
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