Dice Luisa Corradini para el diario La Nación que los tories se lanzan a una "guerra civi" por el poder. Una implacable guerra civil estalló en las últimas horas en el Partido Conservador británico y los líderes tories se preguntaban cómo contener las ambiciones del ex alcalde de Londres Boris Johnson, que aspira abiertamente a reemplazar a David Cameron como nuevo primer ministro británico.
El calendario de la sucesión, que Cameron esperaba aplazar hasta que concrete su renuncia en octubre próximo, podría acelerarse abruptamente debido a la exigencia de la Unión Europea (UE) de comenzar rápidamente las negociaciones sobre la salida de Gran Bretaña, conforme a la decisión expresada por los electores en el referéndum del jueves pasado. Cameron dijo que "no era el hombre indicado para negociar la salida del país".
Esa declaración imprimió un ritmo vertiginoso a la batalla interna de los tories.
En esas condiciones, Johnson se perfila como el principal favorito para la sucesión. Para preparar su estrategia y definir la alternativa que ofrecerá a los tories, este fin de semana organizó un cónclave con sus consejeros en el cottage de un amigo en la campiña de Kent.
Al mismo tiempo, desde anteayer también se multiplicaron las reuniones de los miembros del Parlamento, tanto en Westminster como en los domicilios privados de los dirigentes del partido.
Los 330 diputados conservadores, que están divididos prácticamente en mitades iguales entre brexiters y partidarios del remain (permanecer en la UE), buscan un candidato de consenso que sea capaz de reunir tres condiciones: reunificar el partido dividido por el referéndum, imprimirle confianza y seguridad a un país que tiene la sensación de haber dado un salto al vacío, y dirigir las difíciles conversaciones con Bruselas para negociar el divorcio con Europa después de 43 años de unión.
Con excepción de un círculo restringido de parlamentarios amigos de Johnson, que se pasean por los pasillos de Westminster como si fueran los únicos artífices de la victoria, el resto de los diputados conservadores tiene profundas objeciones con respecto al ex alcalde de Londres. Todos lo acusan de ser un "desmedido ambicioso".
Numerosos parlamentarios lo sospechan de ser íntimamente un inner, es decir, un partidario de la permanencia británica en la UE. Pero si eligió el campo del Brexit, traicionando a su camarada de estudios Cameron, fue solo por cálculo político y avidez de poder, dicen sus enemigos. "Desde el principio sabía que, si lograba movilizar una parte de los tories, el líder de la corriente Brexit dentro del partido sería necesariamente el próximo primer ministro", estimó Simon Lee, coautor con Matt Beech del libro The Conservatives under David Cameron (Los conservadores bajo David Cameron).
La falta de escrúpulos de Johnson quedó al descubierto en los argumentos falaces que usó durante la campaña. Llegó a decir que Turquía estaba negociando en secreto para ingresar a la UE "por sorpresa" y usó a fondo el espectro del "aluvión de inmigrantes que estaba a las puertas de Gran Bretaña esperando el momento de entrar". Desde hace 48 horas se esfuerza en explicar a los jóvenes que el Brexit "no fue un pronunciamiento racista, intolerante ni aislacionista".
En un desesperado esfuerzo por subir el peldaño que le falta para llegar al poder, ayer le ofreció la importante cartera de canciller del Tesoro a Michael Gove. El actual secretario de Justicia, que hasta hace un par de meses era uno de los mejores amigos de Cameron, también hizo campaña por el Brexit. Pero, antes de traicionarlo, le avisó que era hostil a la permanencia británica en la UE y le ofreció la renuncia.
En esa despiadada tragedia shakespeariana de conspiraciones, intrigas y traiciones, Johnson y Gove son percibidos por los toriescomo los "asesinos de Cameron". En todo caso, Johnson es quien tiene mayor legitimidad para presentarse a la puerta del 10 de Downing Street a reclamar el poder. El actual canciller del Tesoro, George Osborne -heredero designado por Cameron para sucederlo en 2020-, quedó fuera de carrera por su proximidad con el primer ministro.
Aun así, en un gesto destinado a soldar las fisuras partidarias que abrió la campaña, le dio a entender que podría ser un excelente candidato para dirigir la política exterior desde la estratégica cartera del Foreign Office. Eso a condición de que Osborne, que tiene el control de un vasto grupo de aliados políticos en el Parlamento y en el interior del país, abandone su actual estrategia de ABB (anyone but Boris), es decir, "cualquiera menos Boris".
Detrás de los grandes tenores hay otra decena de dirigentes que aspiran a sacar ganancias del río revuelto. La esperanza de Theresa May (secretaria de Interior) y Andrea Leadsom (Energía) es aparecer como figuras de compromiso para encontrar una salida honorable.
Esa declaración imprimió un ritmo vertiginoso a la batalla interna de los tories.
En esas condiciones, Johnson se perfila como el principal favorito para la sucesión. Para preparar su estrategia y definir la alternativa que ofrecerá a los tories, este fin de semana organizó un cónclave con sus consejeros en el cottage de un amigo en la campiña de Kent.
Al mismo tiempo, desde anteayer también se multiplicaron las reuniones de los miembros del Parlamento, tanto en Westminster como en los domicilios privados de los dirigentes del partido.
Los 330 diputados conservadores, que están divididos prácticamente en mitades iguales entre brexiters y partidarios del remain (permanecer en la UE), buscan un candidato de consenso que sea capaz de reunir tres condiciones: reunificar el partido dividido por el referéndum, imprimirle confianza y seguridad a un país que tiene la sensación de haber dado un salto al vacío, y dirigir las difíciles conversaciones con Bruselas para negociar el divorcio con Europa después de 43 años de unión.
Con excepción de un círculo restringido de parlamentarios amigos de Johnson, que se pasean por los pasillos de Westminster como si fueran los únicos artífices de la victoria, el resto de los diputados conservadores tiene profundas objeciones con respecto al ex alcalde de Londres. Todos lo acusan de ser un "desmedido ambicioso".
Numerosos parlamentarios lo sospechan de ser íntimamente un inner, es decir, un partidario de la permanencia británica en la UE. Pero si eligió el campo del Brexit, traicionando a su camarada de estudios Cameron, fue solo por cálculo político y avidez de poder, dicen sus enemigos. "Desde el principio sabía que, si lograba movilizar una parte de los tories, el líder de la corriente Brexit dentro del partido sería necesariamente el próximo primer ministro", estimó Simon Lee, coautor con Matt Beech del libro The Conservatives under David Cameron (Los conservadores bajo David Cameron).
La falta de escrúpulos de Johnson quedó al descubierto en los argumentos falaces que usó durante la campaña. Llegó a decir que Turquía estaba negociando en secreto para ingresar a la UE "por sorpresa" y usó a fondo el espectro del "aluvión de inmigrantes que estaba a las puertas de Gran Bretaña esperando el momento de entrar". Desde hace 48 horas se esfuerza en explicar a los jóvenes que el Brexit "no fue un pronunciamiento racista, intolerante ni aislacionista".
En un desesperado esfuerzo por subir el peldaño que le falta para llegar al poder, ayer le ofreció la importante cartera de canciller del Tesoro a Michael Gove. El actual secretario de Justicia, que hasta hace un par de meses era uno de los mejores amigos de Cameron, también hizo campaña por el Brexit. Pero, antes de traicionarlo, le avisó que era hostil a la permanencia británica en la UE y le ofreció la renuncia.
En esa despiadada tragedia shakespeariana de conspiraciones, intrigas y traiciones, Johnson y Gove son percibidos por los toriescomo los "asesinos de Cameron". En todo caso, Johnson es quien tiene mayor legitimidad para presentarse a la puerta del 10 de Downing Street a reclamar el poder. El actual canciller del Tesoro, George Osborne -heredero designado por Cameron para sucederlo en 2020-, quedó fuera de carrera por su proximidad con el primer ministro.
Aun así, en un gesto destinado a soldar las fisuras partidarias que abrió la campaña, le dio a entender que podría ser un excelente candidato para dirigir la política exterior desde la estratégica cartera del Foreign Office. Eso a condición de que Osborne, que tiene el control de un vasto grupo de aliados políticos en el Parlamento y en el interior del país, abandone su actual estrategia de ABB (anyone but Boris), es decir, "cualquiera menos Boris".
Detrás de los grandes tenores hay otra decena de dirigentes que aspiran a sacar ganancias del río revuelto. La esperanza de Theresa May (secretaria de Interior) y Andrea Leadsom (Energía) es aparecer como figuras de compromiso para encontrar una salida honorable.
http://www.lanacion.com.ar/1912687-los-tories-se-lanzan-a-una-guerra-civil-por-el-poder
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