"Una vez más esperando en un avión para llegar a destino. Qué desastre son los de la AFA por Dios!!" Ese mensaje, que acompaña la foto con Sergio Agüero tomando mate, es el último de Lionel Messi en Instagram. Tiene más de 2.200.000 de likes y 218.277 comentarios. Al día siguiente, se presentó en la conferencia de prensa previa a la final ante Chile. No se arrepintió. Dijo que quizá no era el momento para expresarlo. "Esto no es de ahora, hace tiempo que vienen pasando cosas. Lo que dije ayer fue porque lo sentí así. Me gustaría que la AFA le dé a la selección lo que necesita, es una potencia mundial. Son muchísimas cosas que se van acumulando. Hay que cambiar, no solo por nosotros, también por los que vienen atrás. Después de la final, les diré lo que pienso de la AFA".
Ya sabemos lo que dijo Leo tras la final. Ningún integrante de la selección se ha referido a la gestión de los dirigentes en Estados Unidos. Y si hoy hubiera un valiente que contara todo lo que el plantel vio en esa convivencia, lo mandarían callar por el delito de no haber traído la Copa al país. El "ganen o mueran" de la República de Termolandia no permitiría semejante atrevimiento. Se le daría nula importancia a declaraciones revelando la pasión por el paseo y por el shopping de los dirigentes que, sin pudor, cargaban los plasmas para llevarse a sus casas delante de ellos. La nota de Andrés Eliceche del 25 de junio pasado da más detalles de esta relación.
Juan Carlos Crespi, que no formaba parte de la delegación oficial, sí acompañó al Pocho Lavezzi durante su operación de codo en New York. Crespi se sumó a la delegación por pedido de Víctor Blanco, ya ex Secretario de Selecciones Nacionales. Trabajó mucho más que el funcionario a cargo. No se conoce una sola gestión de Blanco durante su estadía en los Estados Unidos. Renunció cuando terminó el torneo. Hoy la AFA no tiene quien defienda las convocatorias para el plantel olímpico. A los clubes extranjeros se sumaron los nacionales, en un papelón lleno de mezquindad que terminó cargándose al DT.
Martino sólo podía contar con ocho de los 35 que había elegido. Ningún jugador reclamó participar del equipo a pesar de la negativa de su club. No se los reprocho. Hacen lo que pueden. Simplemente valoro lo que logró Messi en 2008 cuando todavía no era el mejor de todos. Ni siquiera usaba la 10 en Barcelona. El debutante Pep Guardiola se puso de su lado y lo dejó ir a Beijing. Memoria, diría Chiche. Hace poco tiempo, una potencia futbolística como Alemania perdió dos duelos decisivos contra una Selección de camiseta roja, emergente y sin historial de campeona. España le ganó la final de la Euro 2008 y la semifinal del Mundial 2010. Los alemanes no se apartaron del camino. No minimizaron el triunfo del rival con frases del estilo "¿Cómo vamos a perder contra estos amargos?". La continuidad del seleccionador no estuvo en duda, más allá de algunas merecidas críticas. Tuvieron paciencia. Respetaron su proyecto y salieron campeones mundiales en 2014, tras cuatro torneos sin títulos cayendo en semifinales o final.
Argentina tiene su propia némesis de camiseta roja. El Chile 15-16 llena el mismo formulario que la España ´08. Pero Argentina no es Alemania. No hay institución. No hay plan. No hay recursos. No hay proyecto. No hay conducción. No hay idea. No hay equipo olímpico. No hay campeonato local. No hay Messi. No hay seleccionador porque Martino se cansó y presentó la renuncia. En lugar de mirar para este lado, Termolandia les apunta a los jugadores. Fracaso no es perder dos finales seguidas con Chile. Respeto a un seleccionado que, mezclando una excelente camada con una idea de juego, aprendió a competir y a ganar. El verdadero fracaso es tener un fútbol argentino en descomposición. En este momento, elijo exigirles más a los dirigentes que a los jugadores. Ojalá algún día Messi (y los demás) cuente los motivos que lo llevaron a subir ese mensaje a Instagram.
Ya sabemos lo que dijo Leo tras la final. Ningún integrante de la selección se ha referido a la gestión de los dirigentes en Estados Unidos. Y si hoy hubiera un valiente que contara todo lo que el plantel vio en esa convivencia, lo mandarían callar por el delito de no haber traído la Copa al país. El "ganen o mueran" de la República de Termolandia no permitiría semejante atrevimiento. Se le daría nula importancia a declaraciones revelando la pasión por el paseo y por el shopping de los dirigentes que, sin pudor, cargaban los plasmas para llevarse a sus casas delante de ellos. La nota de Andrés Eliceche del 25 de junio pasado da más detalles de esta relación.
Juan Carlos Crespi, que no formaba parte de la delegación oficial, sí acompañó al Pocho Lavezzi durante su operación de codo en New York. Crespi se sumó a la delegación por pedido de Víctor Blanco, ya ex Secretario de Selecciones Nacionales. Trabajó mucho más que el funcionario a cargo. No se conoce una sola gestión de Blanco durante su estadía en los Estados Unidos. Renunció cuando terminó el torneo. Hoy la AFA no tiene quien defienda las convocatorias para el plantel olímpico. A los clubes extranjeros se sumaron los nacionales, en un papelón lleno de mezquindad que terminó cargándose al DT.
Martino sólo podía contar con ocho de los 35 que había elegido. Ningún jugador reclamó participar del equipo a pesar de la negativa de su club. No se los reprocho. Hacen lo que pueden. Simplemente valoro lo que logró Messi en 2008 cuando todavía no era el mejor de todos. Ni siquiera usaba la 10 en Barcelona. El debutante Pep Guardiola se puso de su lado y lo dejó ir a Beijing. Memoria, diría Chiche. Hace poco tiempo, una potencia futbolística como Alemania perdió dos duelos decisivos contra una Selección de camiseta roja, emergente y sin historial de campeona. España le ganó la final de la Euro 2008 y la semifinal del Mundial 2010. Los alemanes no se apartaron del camino. No minimizaron el triunfo del rival con frases del estilo "¿Cómo vamos a perder contra estos amargos?". La continuidad del seleccionador no estuvo en duda, más allá de algunas merecidas críticas. Tuvieron paciencia. Respetaron su proyecto y salieron campeones mundiales en 2014, tras cuatro torneos sin títulos cayendo en semifinales o final.
Argentina tiene su propia némesis de camiseta roja. El Chile 15-16 llena el mismo formulario que la España ´08. Pero Argentina no es Alemania. No hay institución. No hay plan. No hay recursos. No hay proyecto. No hay conducción. No hay idea. No hay equipo olímpico. No hay campeonato local. No hay Messi. No hay seleccionador porque Martino se cansó y presentó la renuncia. En lugar de mirar para este lado, Termolandia les apunta a los jugadores. Fracaso no es perder dos finales seguidas con Chile. Respeto a un seleccionado que, mezclando una excelente camada con una idea de juego, aprendió a competir y a ganar. El verdadero fracaso es tener un fútbol argentino en descomposición. En este momento, elijo exigirles más a los dirigentes que a los jugadores. Ojalá algún día Messi (y los demás) cuente los motivos que lo llevaron a subir ese mensaje a Instagram.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1915615-el-verdadero-fracaso-es-tener-un-futbol-argentino-en-descomposicion
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