No podría causar sorpresa el estado de anarquía de una institución como la AFA, en donde ríos de dinero se llevaron en su cauce el poco prestigio de una asociación deportiva, más parecida a la cosa nostra que a una actividad fiel reflejo de otros valores.
Con la reciente renuncia de Martino, no debería causar sorpresa la posibilidad cierta de no asistir a los próximos juegos olímpicos. Esa imposibilidad de armar un plantel medianamente competitivo y la ausencia de un director técnico para las selecciones mayores, no es más que el desenlace de años de des manejo a todo nivel, síntoma fiel de que la AFA es un fiel reflejo de una idiosincrasia argentina.
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